Recientemente, se ha puesto de
manifiesto que seguir un patrón de dieta de tipo mediterráneo es muy
recomendable ya que, además de proporcionar una dieta apetitosa y
adaptada a nuestras costumbres, ayuda a mantener la salud y a prevenir
el desarrollo de numerosas enfermedades crónicas típicas de estos
tiempos, tales como diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares,
algunos tipos de cánceres o alguna enfermedad mental.
Cada
vez más se conocen los efectos de los nutrientes sobre la salud mental.
Diversos estudios han observado que la prevalencia de los trastornos
mentales ha aumentado en los países desarrollados en correlación con el
deterioror de la dieta, y en otras investigaciones se han encontrado
déficit nutricionales en personas con trastorno mental grave. Las
deficiencias nutricionales más habituales están relacionadas con los
ácidos grasos omega-3. vitaminas del complejo B, minerales y
aminnoácidos que son precursores de los neurotrasmisores. Por otro lado,
está demostrado que la regulación de la glucosa es sangre mejora la
calidad y la duración del rendimiento intelectual.
Además,
en las personas con trastorno mental grave no se puede perder de vista
la posible interacción entre alimentos y la medicación. Ciertos
alimentos tienen interacciones directas con medicamentos comúnmente
prescritos para tratar las enfermedades, y algunos fármacos pueden tener
efectos secundarios, como elevar la presión arterial o afectar al
metabolismo, generando una mayor predisposición al aumento o pérdida de
peso. Especialmente el aumento de peso en relación con los
antipsicóticos, es un efecto adverso bien conocido de estos
medicamentos, y afecta entre el 15 y el 72% de los pacientes con
trastorno mental grave. Es importante precisar que no se ha demostrado
una relación dosis- respuesta, y además, existe una marcada variación
interindividual.
Estos
cambios que pueden afectar espacialmente a las personas con trastorno
mental grave, por la combinación de la medicación antipsicótica y el
estilo de vida menos activo, pueden atenuarse a través de una dieta
saludable y un adecuado programa de actividad física.
Al
mismo tiempo la elección de los alimentos, la forma de comer, los
hábitos culinarios y, en definitiva, todo lo relacionado con la
alimentación, está influenciado, como en otras necesidades humanas, por
los aspectos psicosociales que envuelven a las personas. Así, el grado
de interés y le nivel de conocimiento sobre la alimentación, el grado de
instrucción y de autonomía de la persona, etc..., determinan la
alimentación. Por ello es importante tener en cuenta las características
psicosociales de las personas a las que nos dirigimos, para adecuar en
función de ellas las indicaciones y mensajes que les dirigimos.
Rocío Gay
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