Al hilo del último escándalo por
las hamburguesas de caballo, vamos a tratar de poner luz al tema para
despejar las dudas más comunes y evitar miedos innecesarios.
¿Realmente comer caballo supone un riesgo sanitario?
Pues no, aquí en nuestro país es un carne totalmente adecuada para el
consumo, y aunque es cierto que no es de las más consumidas, existen
hasta carnicerías especializadas. Dicho esto, queda totalmente
descartada la idea de que el consumo sea peligroso. Entonces ¿Por qué se retiraron del mercado? La
retirada se produjo por temas puramente legales, que la carne de
caballo tiene un precio menor a la de potro y ternera y el código
alimentarios contempla la sustitución de una alimento por otro de menor
coste como fraude económico.
Realmente,
no hay indicios para desconfiar de los controles sanitarios tanto a
nivel europeo, o estatal así como en la reglamentación técnica
sanitaria. Si bien hay países que no son tan estrictos como en España.
Pero
no es solo carne de caballo lo que podemos encontrar en nuestra comida.
Sabemos de sobra que todo está quimicamente tratado, nuestras verduras y
frutas expuestas a insecticidas varios, algunos tipos de carne con
sulfitos y nitritos (conservantes), así como glutamatos (potenciadores
de sabor).Y es que existen aditivos de todo tipo y para todo, todos
ellos bajo regulación, pero también sujetos de forma individual,
alergias y sensibilidades, por ello el hecho de no abusar de ningún
alimento, nos da casi la certeza de no sobrepasar la dosis recomendada.
Al
margen de lo inevitable, hay cosas que están en nuestra mano y con
ellas contribuir para evitar ciertas molestias, infecciones y demás
problemas de salud que, en ocasiones achacamos al mal estado de un
alimento cuando, estadísticas en mano, la más frecuente de las
patologías estomacales empieza pos una inadecuada higiene al
manipularlos. Quizá ese dolor de estómago tan inoportuno no se deba a
que el alimento ha esta demasiado tiempo fuera de la nevera, o que el
tendero de turno nos lo vendido en mal estado, sino a que hemos
utilizado las técnicas de higiene correctas.
Técnicas
tan simples como lavar concienzudamente los alimentos frescos antes de
su consumo y no tan solo bajo el grifo sino con algún desinfectante
alimentario ( ojo, debe ser para uso alimentario) o sumergir en agua y
lejía diariamente estropajo y bayeta. Lo mismo haremos con superficies,
tablas de corte y pilas, ya que todos ellos son un potente foco de
bacterias que pueden interferir en nuestra salud para mal. Todo ello es
muy recomendable llevarlo a cabo ya que, si en otras cuestiones no, en
estas si está en nuestra mano.
Lorena Jiménez (Estudiante de Nutrición y Dietética)
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