El vino es el resultado líquido de la fermentación
alcohólica del mosto y de la uva. Una pregunta frecuente que se puede plantear
un consumidor es si escoger un vino tinto o blanco. Sin embargo, limitar la
elección al color no es del todo acertado, puesto que cada vino tiene unas
cualidades diferentes.
La principal característica del vino
blanco es que se fermenta sin los hollejos ni las semillas de las uvas, a
partir de las uvas blancas exprimidas, o de tintas con pulpa no coloreada. Por
su parte, el vino tinto resulta de la fermentación de uvas negras con hollejos
y semillas. Dependiendo de su graduación alcohólica, el tinto será fuerte,
aterciopelado, suave o ligero.
Pero la pregunta es, ¿es mejor el vino tinto que el blanco? No
se puede responder con una aseveración, ya que la calidad del vino no depende
de su color. No obstante, sí que podemos establecer algunas diferencias
promedio.
Por un lado, las calorías y el nivel de alcohol son
superiores en el vino tinto promedio, evaluado por cada 100 ml, y el contenido
en macronutrientes es muy similar al vino blanco. Respecto a los minerales, en
algunos destaca el vino tinto, ya que en él encontramos más potasio.
No obstante, lo que en definitiva debemos tener en cuenta es
el aporte de polifenoles. Los compuestos fenólicos han sido protagonistas de muchos
estudios, demostrándose como responsables de variados beneficios para la salud.
Por ejemplo, se ha relacionado su consumo moderado con un efecto
cardioprotector, además de antioxidante, anticancerígeno y antiinflamatorio. Los
polifenoles predominan ampliamente en el vino tinto, en el que podemos
encontrar 2,5 g por litro frente a los 0,23 g por litro del vino blanco.
Por todo esto podemos decir que hay más beneficios en la
composición nutricional del vino tinto, aunque su poder protector depende de la
cantidad. En cualquier caso, sea cual sea el vino que escojamos, es
recomendable no superar el vaso por día en la mujer y los dos vasos diarios en
el hombre.
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